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Vitoria reparte juego en el mundo

La palabra Vitoria lleva 150 años repartiendo juego y su nombre se ha colado en los casinos de medio mundo. Aquí se fabrican algunos de los mejores naipes que luego los crupieres pondrán en manos de millones de tahúres y jugadores. También son los fabricantes de esa baraja que todos tenemos en casa, o en el txoko, y que a veces sacamos en la sobremesa para jugar entre amigos. 

Heraclio Fournier fue un visionario que apostó por la innovación en los procesos de diseño y fabricación. En 1870 el empresario abrió su primer taller de impresión en la Plaza España de la capital alavesa. Y a medida que crecía el negocio, tuvo que ir ampliando sus instalaciones, que ocuparon diversas ubicaciones. Una de ellas se encontraba en la calle Iradier, al lado de La Casa Pando, inconfundible con su cúpula azul y una de las fachadas más bonitas del Ensanche vitoriano.

Fournier representa el lado emprendedor e innovador de la ciudad. Suyo fue el primer teléfono que se instaló en Vitoria. Como él, la ciudad es cuna de algunos visionarios que tuvieron la valentía de poner en marcha negocios que se han convertido en referentes. Como la familia Knörr, creadores de la marca de refrescos KAS. O Juan Luis Arregui, vitoriano de adopción y fundador de GAMESA, líder en energía eólica. 

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